Cuando un artista dice que su nuevo álbum incluye algo para todos ("es cumbiero, techno, bachata, merengue, pop y también romántico para los enamorados") , uno inmediatamente sabe que no hay nada para nadie. ¡Ah! Y no es artista, es Sharon que -como autodenominada artista- nos lleva a la catarsis con su "Cosita rica"... bueno, Sharon es ya cosa del pasado, lo que pasa es que siempre me siento nostálgica de las cosas que detestaba (¿TV VENTAS Y SUS PRECIOS BOOOOMMMBAAA los sábados de infancia sin TVCable? ¡Pero por su claaaaaro!). Así que yo, leal a seguir el pálpito de mis dedos anarquistas, voy a hablar de un no-tema y escribir por puro efecto decorativo.
Miren como cambio a ARIAL... a COURIER... a Lucida...
Otra mañana con neblina mental…
.
..
...
Hubo una logia de astros. Ellos se reunieron el catorceavo día del mes de Octubre y formaron un agujero negro que tenía la facultad de escoger dentro de su entorno los objetos más brillantes y devorarlos para nunca más devolverlos. El agujero era sólo un hueco con límites vaporosos, que rotaba en un vaivén de no más de doce grados produciendo destellos gris azulado; así que no aprendía con ellos, sólo los tomaba; no se hacía más grande, porque no podía crecer. Simplemente devoraba pensamientos, experiencias y energía que nunca más regresaban. No jugaba con ellos ni con las personas a quienes les pertenecía, el juego consistía en devorar. Las personas retornaban para intentar rescatar lo que esa oscuridad les había quitado, pero en realidad, nadie se acercaba demasiado. Se iban preguntando por qué habían ido en primer lugar y no reparaban en que la anterior importancia de su objeto perdido también era atraído por el agujero, quien lo introducía en su interior para que navegue junto a todo lo demás... o para que sea destruido... o para que descanse tan pacíficamente como acedía en el fondo del mar fríamente oscuro, contra una acogedora roca, mirando de un solo lado hacia los destellos y esperando el día que todo llegue a flotar hacia lo que para los otros es el lado correcto -que siempre será del otro lado- y que sus ojos obedezcan flotando a la par para no desentonar. En el fondo, nadie sabía lo que pasaba en el fondo.
Miren como cambio a ARIAL... a COURIER... a Lucida...
Otra mañana con neblina mental…
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Hubo una logia de astros. Ellos se reunieron el catorceavo día del mes de Octubre y formaron un agujero negro que tenía la facultad de escoger dentro de su entorno los objetos más brillantes y devorarlos para nunca más devolverlos. El agujero era sólo un hueco con límites vaporosos, que rotaba en un vaivén de no más de doce grados produciendo destellos gris azulado; así que no aprendía con ellos, sólo los tomaba; no se hacía más grande, porque no podía crecer. Simplemente devoraba pensamientos, experiencias y energía que nunca más regresaban. No jugaba con ellos ni con las personas a quienes les pertenecía, el juego consistía en devorar. Las personas retornaban para intentar rescatar lo que esa oscuridad les había quitado, pero en realidad, nadie se acercaba demasiado. Se iban preguntando por qué habían ido en primer lugar y no reparaban en que la anterior importancia de su objeto perdido también era atraído por el agujero, quien lo introducía en su interior para que navegue junto a todo lo demás... o para que sea destruido... o para que descanse tan pacíficamente como acedía en el fondo del mar fríamente oscuro, contra una acogedora roca, mirando de un solo lado hacia los destellos y esperando el día que todo llegue a flotar hacia lo que para los otros es el lado correcto -que siempre será del otro lado- y que sus ojos obedezcan flotando a la par para no desentonar. En el fondo, nadie sabía lo que pasaba en el fondo.
Aunque no podía expresarse, el agujero (cuyo sentido de sí mismo se encontraba en el límite superior de su circunferencia; imaginando a un túnel, sería donde está puesto el letrero indicando la "altura máxima"), llegaba a asegurar que recogería lo anidado en su interior, si tan solo pudiera. Generalmente eran las caras más puras de acongojamiento infantil las que arrancaban aquellla insólita afirmación, y el que primero lo logró fue un niño que preguntaba por su unicornio azul. Aún así, no importaba, nadie podía oírle. Y a éste tampoco le afectaba la falta colectiva de audición: era sólo un agujero destellante.
Era muy extraño, que justamente los que mostraban más pesar eran los que tan pronto se olvidaban de sus tesoros. A ellos el agujero no les podía sustraer el olvido de su importancia, porque estaba destinada a ser absorbida por ellos mismos. Un tiovivo, una pelota, cromos (todos ellos brillantes) junto a los ambientes que recreaban en las mentes eran las cosas más plásticas y maravillosas del mundo. La inutilidad es un factor determinante a la hora de absorción, y todos ellos eran considerados así (determinantes e inútiles).
Sesenta y seis mil vaivenes más desde esa primera afirmación inesperada, llegó un astro muy galante que vagabundeaba por el universo, era un astro-mago… “En un destino tan anhelado como impuesto y desconocido, es difícil discernir las aventuras de las hazañas, la transportación de la transformación y la capacidad de contar todo lo vivido con el hecho de que se acumulen las fibras de las locaciones visitadas con el único fin de comunicar que se ha vivido, que no es vivir… lo que hace falta es soltura… si digo que soy mago, todos se dirigirán a mí como un mago, limitando mi experiencia… definir es delimitar y las fronteras terminarían encerrándolo todo...”
El agujero reparó en el astro-mago. Le intrigó que no pudo atraer ni un objeto suyo. En realidad la sustracción parecía producirse de manera inversa: el agujero sintió un nuevo eje gravitacional.
-“Tú… tú acumulas objetos”
-“Sí, has visto en mi interior” El agujero lo estaba diciendo en forma literal y no sin un ligero sarcasmo porque, al no ser capaz de despegarse del sitio de su auto-conciencia y mirar hacia el centro de su gran ser, entonces suponía que las personas podían ver sus objetos perdidos en el fondo contra una gran pared de velcro que los exhibía. Por eso le exigían con seguridad menguante la devolución… pero… ¿qué ha pasado? ¡El agujero se ha comunicado! ¡Es magia, es VERDADERA magia! El astro galante no ha sido como otro interesante transeúnte galáctico más, éste es un verdadero… y el agujero ha recibido su nueva habilidad con escepticismo. ¡Qué desgracia!
Era muy extraño, que justamente los que mostraban más pesar eran los que tan pronto se olvidaban de sus tesoros. A ellos el agujero no les podía sustraer el olvido de su importancia, porque estaba destinada a ser absorbida por ellos mismos. Un tiovivo, una pelota, cromos (todos ellos brillantes) junto a los ambientes que recreaban en las mentes eran las cosas más plásticas y maravillosas del mundo. La inutilidad es un factor determinante a la hora de absorción, y todos ellos eran considerados así (determinantes e inútiles).
Sesenta y seis mil vaivenes más desde esa primera afirmación inesperada, llegó un astro muy galante que vagabundeaba por el universo, era un astro-mago… “En un destino tan anhelado como impuesto y desconocido, es difícil discernir las aventuras de las hazañas, la transportación de la transformación y la capacidad de contar todo lo vivido con el hecho de que se acumulen las fibras de las locaciones visitadas con el único fin de comunicar que se ha vivido, que no es vivir… lo que hace falta es soltura… si digo que soy mago, todos se dirigirán a mí como un mago, limitando mi experiencia… definir es delimitar y las fronteras terminarían encerrándolo todo...”
El agujero reparó en el astro-mago. Le intrigó que no pudo atraer ni un objeto suyo. En realidad la sustracción parecía producirse de manera inversa: el agujero sintió un nuevo eje gravitacional.
-“Tú… tú acumulas objetos”
-“Sí, has visto en mi interior” El agujero lo estaba diciendo en forma literal y no sin un ligero sarcasmo porque, al no ser capaz de despegarse del sitio de su auto-conciencia y mirar hacia el centro de su gran ser, entonces suponía que las personas podían ver sus objetos perdidos en el fondo contra una gran pared de velcro que los exhibía. Por eso le exigían con seguridad menguante la devolución… pero… ¿qué ha pasado? ¡El agujero se ha comunicado! ¡Es magia, es VERDADERA magia! El astro galante no ha sido como otro interesante transeúnte galáctico más, éste es un verdadero… y el agujero ha recibido su nueva habilidad con escepticismo. ¡Qué desgracia!
Por la actitud coqueta que ha adoptado el astro-mago, el hueco dedujo que su frase había sido malinterpretada.
-“Me refería a que has visto los objetos”
-“No, no veo tu colección”
-“Seguro como la eternidad, me vas a decir que los sientes, que sientes los objetos sin mirarlos”
-“Siento la acumulación”
-“¿Pero no los ves?”
-“No, en realidad se ve algo al fondo, muy pequeño para describirlo”
-“Con tremenda circunferencia, ¿Cómo alguien me puede decir que no ve bien mi interior?”
Todo esto comenzó a inquietar al hueco, que aún ni siquiera se preguntaba cómo era posible que se estuviera comunicando, no le ha dado la importancia que mereciera este hecho. Fenómeno.
-“Intenta ver el fondo”
El astro-maguísimo escudriñó al hueco y para hacerlo, solo le bastaron tres pasos dentro de esa nebulosidad. El hueco no se turbó ante la posibilidad de que el astro fuera arrastrado hasta su desconocida sustancia.
-“El fondo es acuoso y refleja tus destellos, pero tendrás que ver el resto” inquirió.
-“No puedo”
-“Ven” El astro formó un destello considerablemente más grueso que los demás que emanaban de su cuerpo y al extenderlo atrajo casi a todos los destellos del hueco. El astro-mago haló ligeramente el gran brazo destellante morado que se había formado al unirse estos dos y el hueco pudo despegar su pequeño centro de conciencia, notando que había tenido una rigidez similar a la de un cuello y la notaba justamente porque esa área estaba siendo aliviada.
Sentía su propio peso, que era liviano y rotó, anduvo por toda su circunferencia sintiendo que todos daban vueltas, los astros, los planetas y el mismísimo universo en su eje.
-“Me refería a que has visto los objetos”
-“No, no veo tu colección”
-“Seguro como la eternidad, me vas a decir que los sientes, que sientes los objetos sin mirarlos”
-“Siento la acumulación”
-“¿Pero no los ves?”
-“No, en realidad se ve algo al fondo, muy pequeño para describirlo”
-“Con tremenda circunferencia, ¿Cómo alguien me puede decir que no ve bien mi interior?”
Todo esto comenzó a inquietar al hueco, que aún ni siquiera se preguntaba cómo era posible que se estuviera comunicando, no le ha dado la importancia que mereciera este hecho. Fenómeno.
-“Intenta ver el fondo”
El astro-maguísimo escudriñó al hueco y para hacerlo, solo le bastaron tres pasos dentro de esa nebulosidad. El hueco no se turbó ante la posibilidad de que el astro fuera arrastrado hasta su desconocida sustancia.
-“El fondo es acuoso y refleja tus destellos, pero tendrás que ver el resto” inquirió.
-“No puedo”
-“Ven” El astro formó un destello considerablemente más grueso que los demás que emanaban de su cuerpo y al extenderlo atrajo casi a todos los destellos del hueco. El astro-mago haló ligeramente el gran brazo destellante morado que se había formado al unirse estos dos y el hueco pudo despegar su pequeño centro de conciencia, notando que había tenido una rigidez similar a la de un cuello y la notaba justamente porque esa área estaba siendo aliviada.
Sentía su propio peso, que era liviano y rotó, anduvo por toda su circunferencia sintiendo que todos daban vueltas, los astros, los planetas y el mismísimo universo en su eje.
El astro paró y el agujero sintió un poco de vergüenza por su falta de concentración. Entrar a si mismo no fue tan fácil, doblarse hacia dentro significaba extender una terminal que desconocía, sus intentos recordaban a hacer abdominales. Pero lo logró, entró y en ese momento otro universo se formó. Mientras se introducía, sus destellos eran aún más intensos y rompieron en larguísimas hebras, lo cual lo hizo sentir vulnerable por un momento.
Miró hacia arriba, la cúspide de su interior, y en lo que se suponía sería cóncavo, encontró lo infinito. Es más, miles de asteroides paseaban por esta íntima infinidad a una gran velocidad, sospechó que eran los objetos atraídos por su gran ser pero no quiso indagar. Siguió con mucho esfuerzo, y el mago –al ver sus intenciones- se despidió con solemnidad pero no sin alegría.
Miró hacia arriba, la cúspide de su interior, y en lo que se suponía sería cóncavo, encontró lo infinito. Es más, miles de asteroides paseaban por esta íntima infinidad a una gran velocidad, sospechó que eran los objetos atraídos por su gran ser pero no quiso indagar. Siguió con mucho esfuerzo, y el mago –al ver sus intenciones- se despidió con solemnidad pero no sin alegría.
El hermoso agujero siguió doblándose y doblándose como una ligera alfombra hasta llegar al fondo acuoso, donde todo se tornó color turquesa y en el fondo, nadie sabe lo que pasa en el fondo.

La decoración... la decoloración...
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